5 de mayo de 2016
―Al fin despierta―tipos con batas blancas. Blanco aséptico de hospital a mi alrededor.

―¿Despertado de qué? ¿Ustedes quiénes son?―quiero saber.

Dicen que llevo diecisiete años catatónico, sumido en una alucinación vívida. Me desvanezco, una inyección me trae de vuelta. Mis padres llevan muertos diez años. Paga mi reclusión el tío Santiago, al que no recuerdo. Los de blanco dicen que toda mi vida después de la infancia es una gran fantasía psicótica.



―¿Qué coño dicen?―no pregunto cómo me han sacado de casa, ni dónde está Eva?
8 de marzo de 2016
El 23 de Diciembre de 2015 una parte de Ucrania perdió su suministro eléctrico. Ciudades enteras quedaron a oscuras y durante horas no hubo manera de que las eléctricas afectadas recuperasen el control de la situación. Sus call center estaban bloqueados, los clientes no sabían que estaba pasando y ellos tampoco.

power lines


Consiguieron restablecer la energía manualmente después de un par de horas, prescindiendo del control de las redes informáticas que parecían haberse desplomado. Tras investigar el suceso los expertos arrojaron algo de luz sobre lo sucedido: Un sofisticado cyberataque había desconectado parte del suministro eléctrico ucraniano.

24 de febrero de 2016
Aún le ardían las cicatrices, un contorno de fuego ácido en las discretas hendiduras alrededor de las yemas de sus índices y pulgares. El oficial de aduanas japonés frente a ella revisaba con cara poco amigable los documentos, un desprecio nada disimulado de altanería profesional. Ya se había enfrentado a los controles de Japón, pero estaba nerviosa, y el hecho de no querer parecer nerviosa lo hacía aún peor. Se preguntó qué ocurriría si le pillaban.

huella dactilar digital


El hombre le puso delante el escáner digital de huellas dactilares con un gesto brusco, señaló a la pantalla que indicaba como hacer el reconocimiento. Una cosa redonda y kawaii explicaba sonriente: Primero los índices, luego los pulgares. Lin aguantó la respiración, estaba a punto de poner a prueba sus quince mil dólares pagados a unos médicos de Shanghái. Colocó los índices, un pitido suave y una luz verde. Escáner terminado, el oficial de aduanas no cambió su expresión burocráticamente congelada. Lin puso los pulgares, mirando con disimulo al terminal del japonés.