17 de septiembre de 2013
Valkador, el imponente demonio alado, sobrevoló el infierno gris e ingrávido que era su dimensión. El ser observó complaciente sus gigantescos dominios, que se extendían hasta donde sus profundos ojos negros podían alcanzar. Su afilado pico en forma de alargada lanza quitinosa, dura, rugosa y gris, apuntaba hacia la inmensidad, hacia el poder, hacia el futuro.

En su vuelo, pasó entonces por un lugar desolador: la tierra se estremecía quejumbrosa, bajo su superficie podía oler los ríos de sangre caliente que fluían como si de lava fundida se tratase. Valkador, que adoraba aquellos parajes de sufrimiento, descendió haciendo círculos, sus potentes alas correosas provocando aullidos de banshee al agitarse. Escuchaba la tierra agrietada y palpitante respirar bajo él, posó con sus seis alargadas patas terminadas en  garras y se sintió hambriento ante tanta sangre. Valkador hundió su robusto pico-lanza en la tierra palpitante, la sangre salpicó en su rostro de pesadilla y se esparció por doquier. Con un gruñido de júbilo empezó a absorber el hirviente brebaje hasta quedar saciado, después levantó el vuelo de nuevo hacia la oscuridad de sus dominios.

Todo se hizo luz, Valkador sintió por primera vez en su siniestra y poderosa existencia lo que era el miedo, la luz ¡la luz cegadora y terrible! Sus sensibles ojos oscuros apenas podían ver con tanta luminosidad. El demonio comenzó a aletear violentamente mientras gruñía de furia, se posó en uno de tantos suelos de aquel mundo ingrávido, duro y frío, y empezó a toser al tiempo que maldecía. Una gigantesca sombra se abalanzó sobre Valkador y aplastó al demonio contra el suelo antes de que pudiera reaccionar, esparciéndolo y retorciéndolo por la superficie hasta que se convirtió en una pasta grisácea, uniforme y sanguinolenta.

Abián continuó retorciendo el trapo contra la pared, borrando a aquel miserable mosquito de la existencia con rencor mientras se miraba la picadura del brazo, después lo levantó y observó con satisfacción que la ruidosa e insignificante criatura había quedado reducida a una manchita de grasa y su propia sangre contra la pared, arrojó el paño, evitó rascarse la picadura y se volvió a la cama con una sonrisa de siniestra satisfacción. ¡Estúpidos, estúpidos mosquitos!

2 comentarios:

lnnrt dijo...

Hey, este estilo de humor me gusta mucho xD. ¡Quiero ver más de esto!

Abián G. Rodríguez dijo...

Justo esta semana veo difícil salir con este humor, quizás si sale algo con humor será humor (aún) más negro... Pero si, a mi también me gustaría hacer más de esto :P